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Diádocos, los «hermanos» de Alejandro Magno

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Los diádocos fueron los generales de Alejandro Magno, que tras su muerte repentina en el 323 a.C., se disputaron el reparto de sus conquistas y su Imperio.

Filipo II, padre de Alejandro, había llegado al trono macedónico en el 359 a.C. con la intención de unificar el país que hasta entonces había estado dividido en clanes. Mientras Atenas perdía parte de sus posesiones en la Grecia Central, Filipo aprovechó la coyuntura para conquistar el norte de Grecia y del Egeo, derrotando a la antes poderosa Atenas en la Batalla de Queronea en el 338. A partir de ese momento, su objetivo fue unir a todos los griegos contra el histórico enemigo persa. Su hijo y sucesor, Alejandro, continuó esta labor y en pocos años logró conquistar un Imperio sin precedentes que incluía Egipto, Asia Menor, Babilonia y el antiguo Imperio Persa, llegando con su ejército hasta la India.

Filipo II
Tetradracma de Filipo II, padre de Alejandro Magno.

Alejandro, para facilitar el gobierno de un territorio tan extenso, respetó las antiguas divisiones territoriales de los persas, las llamadas satrapías en la zona oriental. En Egipto, sin embargo, se hizo coronar como faraón y mantuvo los nomos provinciales del Reino Nuevo. Alejandro pretendía fundar, no sólo un Imperio, sino una nueva cultura greco-oriental basada en la hermandad entre macedonios y pueblos conquistados.

Sin embargo su muerte, con sólo 33 años y sin haber dejado establecida su sucesión, propició el enfrentamiento entre los diádocos, sus compañeros de batalla y antiguos generales de su padre, agravando la situación que se había creado años antes. La decisión de Alejandro de casarse con una princesa Roxana (sogdiana) y reimplantar el ceremonial y protocolo de la corte persa fue rechazado por buena de sus generales. El gran lazo afectivo de Alejandro y sus hermanos de armas se había resquebrajado.

alejandro magno
Busto de Alejandro Magno

El embarazo de Roxana hizo que Pérdicas, nombrado quiliarca (el primero después del rey) propusiera esperar a la mayoría de edad del niño y crear mientras una regencia con 4 tetrarcas (Pérdicas y Leonato en Oriente y Crátero y Antípatro en Occidente). La caballería apoyaba a Pérdicas pero el ejército hoplita se mostraba partidario del hermano de Alejandro, Filipo III, que estaba afectado por una discapacidad mental. Los enfrentamientos no se hicieron esperar y a partir del 321 a.C. el reino queda dividido en cinco estados dirigidos por diádocos.

Los enfrentamientos continuaron y después de los diádocos llegaron sus descendientes, los epígonos los que nacieron más tarde«), que asentaron sus dominios. El panorama general del mundo griego y helenístico cambió política y territorialmente; la pólis como entidad social y política aceleró su decadencia, la estructura social de las clases libres de la Grecia Clásica cambió a consecuencia de las penurias económicas causadas por las interminables y sucesivas guerras y a la instauración por parte de los herederos de los diádocos de gobiernos centralizados y fuertes.

Ptolomeo I
Imagen de Ptolomeo I (Anthony Hopkins) en la película «Alejandro Magno»

Después de 40 años, Egipto quedó en manos de los Ptolomeos, las posesiones en Europa en manos de los Antigónidas y Asia en la de los Seléucidas. Sólo en los antiguos territorios del reino de Filipo II, continuará teniendo un papel destacado la antigua nobleza macedonia: los Antigónidas reinaron de modo autocrático, pero evitando los rasgos orientalistas de divinización del rey que habían seducido a Alejandro.

Los Seleúcidas y los Ptolomeos, sin embargo, tendieron a la divinización de la monarquía; los primeros, llegaron a considerarse descendientes de Apolo y los segundos se revistieron de toda las cualidades divinas de los antiguos faraones egipcios. El enfrentamiento entre la ya poderosa Roma y Filipo V de Macedonia, marcó el inicio de las ocupaciones romanas del antiguo Imperio alejandrino. Los romanos favorecieron y provocaron la anarquía y el levantamiento de los pueblos sometidos a los Seléucidas. Finalmente Egipto pasó a convertirse en provincia romana bajo el reinado de Cleopatra VII. El sueño del Imperio de Alejandro Magno se difuminó dentro de la inmensidad de la gran Roma.

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